Todo eran sonrisas a primera hora de la tarde de ayer en el viejo Palacio de Exposiciones y Congresos. El XI Congreso del Partido Socialista de Madrid (PSM) ha sido concebido como el de la reafirmación del nuevo socialismo.
Una nueva época que no comenzó del todo bien. Conforme transcurría la tarde las sonrisas se fueron convirtiendo en muecas, al menos entre los más del 100 periodistas acreditados. La organización limitó el contacto de los informadores con los 869 delegados y la veintena de miembros de la dirección regional hasta pasadas dos horas del inicio del congreso, durante el descanso entre el discurso de la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, y el informe de gestión de Tomás Gómez.
Un informe que se celebró a puerta cerrada. El líder de los socialistas madrileños se vio obligado a organizar una improvisada rueda de prensa porque las pantallas que emitían su discurso se quedaron en negro. "Ha sido un error de la mesa del congreso", se disculpó. Estaba previsto emitir el discurso, pero no el debate. La organización aseguró en un primer momento que se había caído el satélite que permitía la conexión con la señal institucional, pero la realidad es que cortaron la emisión.
El balance que expuso ayer Gómez repasa un solo año de gestión, el que ha transcurrido desde su elección como jefe de los socialistas madrileños en julio de 2007. Quizá por eso el informe no contiene ningún atisbo de crítica, ni reconoce errores en la gestión de la dirección. El debate sobre el informe de gestión contaba con 36 intervenciones de las agrupaciones locales. Poca crítica en el plenario del palacio: 645 votos favor, 33 en contra y 35 abstenciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de septiembre de 2008