El sindicato de médicos egipcio -controlado por los integristas de los Hermanos Musulmanes- acaba de prohibir el trasplante de órganos entre musulmanes y cristianos. Mientras la ciencia trata por todos los medios de evitar los rechazos espontáneos, estos cirujanos impostores -verdaderos okupas del quirófano- quieren impedir a toda costa, y en nombre de la fe, que un musulmán enfermo pueda sanar gracias a la intervención de un donante "infiel". Prefieren a sus pacientes muertos, pero sin "contaminar". Racismo en estado puro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de septiembre de 2008