Más de 600 personas despidieron ayer a los niños ecuatorianos de tres y cinco años que murieron el jueves en Quintanar del Rey (Cuenca) al arder la furgoneta en la que estaban. Sus cuerpos no fueron repatriados porque la juez del caso no lo autorizó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de septiembre de 2008