En 1938 o 1939, el presidente Franklin D. Roosevelt recibía una carta advirtiéndole de la peligrosidad del proyecto Manhattan (la bomba atómica), la carta la firmaba un tal Leo Szilard, pero con tanta mala suerte que el nombre de Leo Szilard era un total desconocido y nadie prestó la más mínima importancia a la misiva. Szilard era un físico nuclear que con Enrico Fermi elaboró el proyecto, aunque el padre se llamara Albert Einstein. Finalmente, el mismísimo padre de la criatura firmó otra carta que Szilard mandó al presidente para que este atendiera sus súplicas. ¡Demasiado tarde!
Estamos ante una situación análoga: los intelectuales de izquierdas -los pocos que quedan- continúan advirtiendo a la población a través de muchas cartas y muchos libros, de la peligrosidad de las bombas (privatizar y mercado libre). Desafortunadamente, los que escriben estos peligros no son voceros o políticos conocidos por el público y eso les resta credibilidad, sobre todo porque carecen de agentes y relaciones públicas que promocionen y vendan sus productos.
Como nos los ha vendido desde Bruselas la compañía encargada de promocionar a Saakashvili como la víctima del "ogro ruso" y la agresión a su Georgia querida. Y todas las agencias y teletipos occidentales bebían y pagaban de esas agencias privadas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de septiembre de 2008