La acera del Teatro Colón rebosaba expectación ante el estreno mundial de la primera opera en gallego. Las primeras notas, unos acordes en pianissimo, crearon un clima de misterio y tensión. Surgen dos figuras, las de Gloria y Labarta, que caminan fundidas en una, con el fondo de la obertura: un leit-motiv musical sobre el pasodoble La del manojo de rosas con aire de charanga: un reencuentro del autor con su pasado familiar. La música de Durán presenta los momentos de nostalgia, falsa esperanza y drama con oficio y madurez artística.
O arame es un drama vital e íntimo, retrato del fracaso. Gloria canta su renuncia a seguir la desesperada vida ambulante junto a un funambulista de medio pelo. Él sigue soñando un mañana, quiere convencerla, pero su vida en común acaba: cae del alambre en su último intento de éxito empapado en cerveza y ella se hunde en el mar. La desnuda escena resalta su soledad; la coreografía, acertada en diseño y ejecución, encarna sus afanes y fracasos.
Carmen Durán tiene un hermoso timbre de voz, con un brillante esmalte en los agudos y buena vocalización. Su expresión dramática logró el rendimiento artístico en un papel escrito a su medida. Javier Franco con voz redonda, potencia y proyección, desarrolló su parte sin problemas vocales. El Grupo Instrumental Siglo XX fue un buen soporte en las partes orquestales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de septiembre de 2008