Francesco Picciotto había alcanzado la edad de jubilación y disfrutaba de una vida tranquila y discreta en una casa de Tamariu, en la Costa Brava. Todo iba viento en popa hasta que, el pasado día 12, fue detenido por agentes del Cuerpo Nacional de Policía, explicaron a este diario fuentes de la investigación. El hombre, nacido en un pueblo de Sicilia y condenado por estafa, llevaba 15 años huido de la justicia italiana. En Tamariu, de hecho, aún vivía de lo que robó, en 1992, a la empresa de la que era gerente: el equivalente a 350.000 euros, entre dinero en efectivo y mercancía. Su estafa provocó la ruina de sus socios y la quiebra de la empresa. Ahora debe afrontar la pena de 10 años de prisión impuesta en su día por la justicia italiana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de septiembre de 2008