El Ayuntamiento de Sevilla ha iniciado una campaña para disuadir a los clientes de la prostitución. / JAVIER BARBANCHO
Prostitutas, puede; esclavas, no
La mirada que lanza la sociedad hacia las prostitutas ha ido cambiando con los años. Por no ir siglos atrás, en la posguerra española se veía con naturalidad que se tapara el hambre vendiendo servicios sexuales. Pasadas unas décadas se aplicó un prisma moral, de pecado y de vicio, pero a pesar de las prohibiciones, ahí siguieron las minifaldas y los escotes generosos.