Hasta ahora, el ritual era sencillo. Se encendía una luz sobre los asientos del avión para recordar el uso del cinturón de seguridad y al mismo tiempo la megafonía rogaba la desconexión de los móviles. Por delante quedaban horas de vuelo en silencio relativo, sin tonos ni politonos...
Un hombre ataviado con una aparatosa escafandra y flotando en el espacio junto a una nave en órbita está a punto de captar la atención de millones de personas en todo el mundo. La hazaña en sí misma no lo es tanto a esta altura de la aventura espacial, con decenas de hombres y mujeres que han cumplido paseos fuera de las naves.
El científico Stephen Hawking confió ayer en que pronto la ciencia dará, en lugar de las religiones, una respuesta definitiva a cómo comenzó el universo. Las leyes por las que ésta se rige, según Hawking, "no dejan mucho espacio para milagros o para Dios".
"La Ley de la Memoria Histórica no me parece necesaria", proclamó ayer el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Su tesis es que la generación que nació "cuando la Guerra Civil" [Rouco, en el año 1936] no debería "trasladar ese problema a otras generaciones".