El parte de bajas en el festival de Sitges ha sido reducido: una "víctima" vomitó al salir de la sala y tres docenas más abandonaron el recinto por motivos varios. Se presumían sucesos mucho más graves a juzgar por lo gritón del estreno. Martyrs, la producción francesa del realizador Pascal Laugier había sido calificada, entre otras lindeces, como "la producción más extrema de la historia". Finalmente, no fue para tanto aunque la película luciera como un incomible pastel de corcho con coartada filósofica incluida. Laugier, un tipo con un excelente sentido del tempo cinematográfico y un encomiable ojo para el horror más epidérmico, se da a sí mismo un par de excusas para obviar las partes más flojas del relato y consigue así concentrarse en someter al espectador a una montaña rusa de torturas (con y sin paliza). Un intento agotador, y finalmente inservible.
El argumento, sin querer desvelar demasiado, sigue las nerviosas peripecias de una joven traumatizada por un secuestro cuando era niña, y que un buen día consigue dar con sus misteriosos captores. Lamentablemente para ella -y su inseparable amiga- la jornada no ha hecho más que empezar. Y lo que queda por delante se las trae.
Se notaba en las risitas nerviosas en los momentos menos oportunos que muchos espectadores se sentían francamente incómodos con Martyrs: ciertamente -y que sirva de aviso- la propuesta no es apta para mentes y/o estómagos poco preparados. Al acabar la sesión, algunos aplausos (en dos tandas) y cierta sensación de "pues vale".
Veremos si la película acaba finalmente huyendo de su propia publicidad, pero no cabe duda de que Laugier es un tipo interesante. Y, seguramente, poco convencional.
El otro extremo del día fue Abel Ferrara, del que aún se oían sus gritos y desvaríos en la jornada de ayer, cuando se le entregó un premio a su carrera. "Apagad esas luces", no dejaba de repetir, presa de un molesto ataque de fotofobia. El realizador neoyorquino, autor de una filmografía dispar que incluye películas como El funeral y Bad Lieutenant recogió su galardón con una exhibición de gestos de todos los tamaños y abandonó el escenario por donde le dio la gana, en lugar de por donde pretendía la organización. Él es así.
Finalmente, el festival anunciaba ayer que en 2009 el certamen rendirá homenaje a las tres décadas de existencia de Alien, el Octavo pasajero y los 25 años de Los cazafantasmas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de octubre de 2008