El dinero es como un fluido que busca el camino de menor resistencia.
Si el público lleva su dinero al Estado, comprando bonos y pagarés del Estado, y deja de llevarlo a la banca de detalle, el Gobierno lo redistribuirá de nuevo a los bancos comerciales para que puedan llevar a cabo los préstamos al detalle a la pequeña y media empresa y a las familias, que es lo que el Estado está haciendo.
El Estado no puede sustituir a la banca comercial en la tarea de conceder préstamos al detalle, puesto que no tiene relación con los pequeños demandantes de crédito ni sabe evaluar su riesgo.
Dado que para la banca comercial resulta más caro financiarse directamente de los bancos centrales que de los pequeños ahorradores, es normal que en esta situación el Banco Central Europeo baje los tipos de interés, que es lo que ha hecho.
Cuando la situación se normalice, el Estado y el Banco Central podrán retirarse a sus cuarteles de invierno después de haber dictado nuevas normas de funcionamiento. A vivir que son dos días.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de octubre de 2008