Como ciudadano de a pie, no hay que abundar en la frustración y el nerviosismo que produce la crisis, la desazón que se respira en el aire. En definitiva, el miedo, ya instalado en nuestro día a día. Pero, ¿qué ocurre si miramos desde la óptica de los pequeños empresarios, el verdadero motor y sustento de nuestra economía? Pymes y autónomos generan casi el 97% de la actividad económica española. En otras palabras, los paganos y sostenedores del sistema. Ahora, más que nunca, necesitamos financiación: para sostener nuestras dañadas estructuras por la caída de la actividad, el pago de la nómina y el puesto de nuestros empleados; ¿os suena? Bien, vas al banco y obtienes... el no. No hay dinero para el sostenimiento de la actividad. Te muerdes la lengua recordando los costes financieros que has abonado religiosamente durante años, y te marchas. Enciendes la tele y resulta que hay que ayudar a los bancos, "hay que comprar sus activos dañados". Es lo que tiene el castellano, que el eufemismo pasa casi desapercibido. Años -décadas- de beneficios estratosféricos, de cobro de comisiones astronómicas, de usura sin medida. Y ahora no hay dinero. Para los demás, claro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de octubre de 2008