Una amable película jordana inaugurará mañana la semana de cine de Valladolid. Viene precedida por premios en otros festivales, desde Sundance a Suráfrica, y quizás gane otro más en esta competición. Sin embargo, será difícil que el público español se interese por ella. Jordana, ¡bah!, dirán probablemente muchos. Puede que especialmente lo digan los programadores de las teles. Hace ya mucho tiempo que no tienen ojos más que para películas que ellos creen de éxito seguro, imbuidos de esa absurda preocupación por conquistar con cada emisión el máximo de audiencia. Pero, ¿quiénes componen esa audiencia? En una reciente encuesta publicada en este periódico, "el 75% de los españoles cree que la televisión no es calidad", y una de las principales causas para creerlo así "es la poca variedad en la parrilla de las cadenas". ¿Por qué, pues, ese empeño en arrebatarse las teles unas a otras el mismo público cuando tantos otros espectadores se quedan sin atender? Son minorías, arguyen, ¿pero qué somos si no miles, o millones, de abultadas minorías?
Culpables
Los pequeños distribuidores cinematográficos se las ven y se las desean para que las películas que nos traen no se escapen por el desagüe. Hasta hace unos años, las televisiones se interesaban por ellas, la televisión pública en primer lugar, como es lógico; pero con estas guerras de la competitividad se acabó lo que se daba. ¿Cuántas películas de las galardonadas en los más grandes festivales aún permanecen inéditas para los espectadores de la tele? Lo que seguramente ocurrirá, con toda probabilidad, a esta jordana de ahora aun si ganase en Valladolid. ¿No hay un buen lugar para estas películas premiadas entre tanta rejilla repleta de programas anodinos, tan parecidos unos a otros?
El caso se complica cuando esas mismas películas son barridas precipitadamente de cartel si durante el primer fin de semana de exhibición no han dado en taquilla los resultados previstos. No les dan opción. Y así, muchos productores han tirado la toalla, varios distribuidores están al borde de la quiebra, algunos festivales comienzan a cerrar sus puertas -el Asian Pacific Film Fest, que debía comenzar el próximo mes en Yakarta-; y entre una cosa y otra el cine de interés va siendo cada vez más difícil de encontrar. Las teles, amigos, tienen bastante responsabilidad en este desaguisado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de octubre de 2008