El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, medita convertirse en cónsul honorario de Georgia. Una portavoz de la embajada de este país en España explicó ayer que el embajador, Zurab Pololikashvili, le propuso a Laporta, de quien se jacta de ser buen amigo, que asumiera la representación en Barcelona de esta república caucásica.
La misma portavoz precisó que Laporta dará probablemente una respuesta este fin de semana tras reunirse en Barcelona con el embajador. La legación diplomática georgiana en Madrid tiene pocas esperanzas de que Laporta acepte este puesto, que no conlleva remuneración, porque es sabedora del escaso tiempo libre de que dispone. Además, es consciente de que la guerra del verano con Rusia complica la operación.
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Esta ex república soviética tiene como presidente a Mijaíl Saakashvili, uno de los más prooccidentales mandatarios del ex bloque del Este y el más cercano a George W. Bush. Saakashvili tiene ciertos paralelismos con Laporta -enérgico, impulsivo, en la cuarentena- y su discurso tiene también algunas similitudes con el Laporta más político y nacionalista: ambos se ven como representantes de un pueblo pequeño -Georgia tiene cinco millones de habitantes; Cataluña, siete y medio- supuestamente amenazado por un gigante (Rusia y España).
La guerra que Georgia libró con Rusia el pasado agosto -y de la que salió muy mal parada- altera esta supuesta sintonía política: Saakashvili quiso recuperar manu militari el control sobre la región independentista de Osetia del Sur.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de noviembre de 2008