Mi padre, mi madre y familia, junto con nuestro séquito (...) -cincuenta y cinco personas en total- llegamos a Shanghai el 2 de enero de 1903 en el vapor Annan procedente de París, donde durante cuatro años mi padre había ejercido el cargo de embajador". A su regreso de Europa, donde fue educada al estilo occidental, la princesa Der Ling (1885-1944) sirvió durante dos años como dama de honor de Tzu-Hsi (1835- 1908), emperatriz de China y antigua concubina (a quien sucedería Pu-Yi, el último emperador). Desde este puesto, Der Ling fue testigo privilegiado del ocaso de la dinastía manchú y los entresijos de un mundo secreto, intramuros de la Ciudad Prohibida, que tendría los días contados. Su cercanía a la emperatriz también le permite ahondar en la compleja personalidad de la mujer que durante medio siglo, en los años convulsos de las guerras del opio, llevó las riendas de China en solitario.
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Dos años en la Ciudad Prohibida. Der Ling. Ediciones del Viento. 20 euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de noviembre de 2008