El segundo concierto de la temporada de la Orquestra Sinfónica de Galicia contrastó con el inaugural. El concierto tuvo un aire más recogido e íntimo. Jesús López Cobos montó un programa de música francesa plena de espiritualidad, con dos obras de enfoque y orígenes distintos compuestas tras la II Guerra Mundial. Olivier Messiaen (1908-92) afrontó la composición de Trois Petites Liturgies de la Présence Divine, la primera obra en el concierto de ayer, en noviembre de 1943, un año después de su liberación del campo de concentración de Grlitz.
El Stabat Mater de Francis Poulenc revela otro tipo de espiritualidad. Música de enorme belleza, adopta un mayor distanciamiento de la contemplación de la figura de María transida de dolor por la muerte de Jesucristo. Arantxa Armentia interpretó correctamente su parte, aun con un exceso de vibrato algo molesto. La Sinfónica, siempre elástica y maleable, se plegó a los acertados requerimientos de López Cobos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de noviembre de 2008