Bond es más inaccesible para los españoles que la NBA. Si en la Liga de baloncesto americana han participado ocho españoles, en la serie del agente secreto más famoso -y van 22 títulos- sólo han actuado tres. Por eso lo de Fernando Guillén Cuervo tiene mucho mérito: no sólo interpreta al corrupto jefe de la policía boliviana en Quantum of solace, que suelta una frase antológica cuando recoge, como soborno, un maletín de dinero: "En euros, que los dólares no son lo que eran", sino que con astucia se puso un colmillo de oro y hoy ya es uno de los malos episódicos que tanto enganchan a los seguidores de la saga. "Lo he bautizado golden tooth [diente de oro]", dice entre risas.
España ha tenido muy poca presencia en la saga. En Sólo para tus ojos la incursión del agente a una villa española se rodó en Grecia. En la era moderna bondiana -que arranca con Pierce Brosnan- el espía visita Bilbao en El mundo nunca es suficiente y las Bardenas Reales y Cuenca hicieron de Baku y Turquía. Sólo con la llegada de 007 a La Habana -en realidad, Cádiz- en Muere otro día aparecieron intérpretes españoles: Simón Andreu y Manolo Caro. Y ahora, Fernando Guillén Cuervo. Por cierto, los tres están en la serie Sin tetas no hay paraíso. "Curiosidades de la vida".
Interpreta a un 'poli' corrupto en la nueva entrega. Colmillo de oro incluido
Guillén Cuervo acaba de aterrizar del estreno del filme en Londres -este fin de semana ha batido todos los récords y ha recaudado en el Reino Unido 20 millones de euros; en España se estrena el próximo 21-. "Impresionante. Leicester Square cortada al tráfico y un gran escenario donde pasábamos los actores para hablar a la gente. ¡Hasta yo he hecho entrevistas para televisiones!", recuerda. Para calmar el subidón, ha escogido una arrocería clásica madrileña, donde come los domingos con su mujer y su hijo.
A Guillén Cuervo, el Bond le ha cogido mayor, con 45 años. "No voy a empezar una carrera en Hollywood, desde luego, pero espero rodar más en Inglaterra". Le escogieron por su talento, obvio, y por su buen inglés: "Agradezco a mis padres su esfuerzo por pagarme el Colegio Británico. He hecho lo mismo con mi hijo". Del rodaje, del que tiene mil anécdotas, recuerda la intensidad del director, Marc Forster, y el buen rollo con el equipo, incluido el prota, Daniel Craig. "Disfruté como un niño. Soy un seguidor de Bond y para mí era un acontecimiento más que cinematográfico". Su malo habla un inglés exquisito y va hecho un pincel. "Es un policía corrupto de la nueva escuela. Pensé mucho en el personaje, en que habría estudiado en Estados Unidos. Y me inspiré en el nieto de Augusto Pinochet, abotonándose escrupulosamente, cuidando su aspecto. Para mostrar su falta de higiene mental, decidí añadirle un diente de oro y Marc me compró la idea". El rodaje le ha llevado a Panamá y a Londres, al mítico estudio Pinewood. "El primer día filmé mi saludo a Bond. Fue escalofriante".
¿Qué opina su hijo sobre tanta familia intérprete? "No le dejo poner la tele, porque si no, un día vería a su abuelo [Fernando Guillén], otro a su abuela [Gemma Cuervo], un tercero a su tía, mi hermana Cayetana, y un cuarto a mí. Y eso no es normal". ¿Y el mejor recuerdo del Bond? "Llegué a la fiesta de fin de rodaje, abrí la puerta y las dos chicas Bond, Olga [Kurylenko] y Gemma [Arterton], me recibieron al grito de: '¡Fernaaaando!". Todo el mundo prefiere a los chicos malos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de noviembre de 2008