Carme Chacón afirma que la guerra de Afganistán responde perfectamente a la legalidad internacional, lo cual sería cierto si existiera una clara diferenciación entre la ISAF (bajo mandato de la ONU) y Libertad Duradera, una operación militar liderada por Estados Unidos, no auspiciada por Naciones Unidas.
Sin embargo, en realidad ambas están bajo un mismo mando, el de Estados Unidos. Además, cabe decir que la ISAF no es una operación de Naciones Unidas ni de cascos azules, sino que se trata de una operación de la OTAN. La OTAN, por todos es sabido, no está compuesta por cascos azules ni tiene como objetivos el mantenimiento o imposición de la paz, sino que sirve a los intereses de sus 26 miembros, y principalmente a los de la potencia hegemónica, Estados Unidos.
Afganistán necesita ayuda, pero no necesita una intervención armada por parte de las potencias extranjeras. Si sólo una parte del dinero que se gasta en la ocupación militar se dedicara a la reconstrucción real del país, Afganistán podría salir de la triste y dura situación en que se encuentra. La mejor contribución para acabar con la guerra es retirar las tropas para que la población afgana busque una solución política y decida su propio futuro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de noviembre de 2008