En sus paredes se puede leer la máxima: "La vida es demasiado corta para desperdiciarla bebiendo malos vinos".
Hablamos de Enópata, un lugar donde se transmite la pasión que se adueña de Juan Ferrer cuando habla de sus vinos. Y no digamos cuando los cata, los huele, los degusta, los absorbe y se identifica con ellos.
Largas listas de champagnes, de vinos blancos y tintos, de vinos dulces y olorosos; con origen determinado y calculado, vendidos por copas a precios ajustados y sin más límite que el que imponga el bolsillo o el gusto del consumidor.
Inaugurado recientemente y con el inicial propósito de rendir culto a las bebidas, el bien decorado local se perfecciona con algunas mesas que lo hacen actuar como restaurante, en el que se sirve una comida sencilla y sin complicaciones, donde la calidad de los productos es preponderante sobre su preparación, ya que su confesada función es la de hacerle cortejo a la bebida que los acompañará.
ENÓPATA
Plaza del Arzobispo, 5. Valencia.
Teléfono 96 325 91 50
Jamón o cecina, chorizo y otras artes del embutido en frío como entrantes, para continuar con pescados a la plancha y leves guarniciones o algunos guisos del talante del rabo de toro o el ajo arriero en su versión manchega que no navarra.
Y para beber, sin ánimo de propasarse, versiones poco conocidas del champagne, como el André Clouet, o de blancos primorosos y casi ignotos como el de la uva Viognier, criada en Condrieu por Georges Vernay, o algunos tintos Shiraz o Pinot Noir, mucho más fáciles de beber que de pronunciar.
Mención especial para algunos de nuestros maltratados y olvidados vinos del Sur, que aquí se redescubren y nos encandilan.
Larga vida, pues, ya que tenemos la posibilidad de degustar tan insignes caldos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de noviembre de 2008