No me importa que Barceló sea un artista de reconocida valía y prestigio internacional; no me importa que la cúpula que ha pintando en las Naciones Unidas sea para honrar los derechos humanos y la Alianza de Civilizaciones; no me importa que ello contribuya a prestigiar a nuestro país y a su Gobierno, e incluso no me importa lo que haya costado y de qué partida haya salido el dinero.
Lo que sí me importa, y me parece un sarcasmo, es que se hayan destinado 20 millones de euros a esta pintura cuando no hay suficientes recursos para aplicar la Ley de Dependencia. Y más en plena crisis económica, en la que todos nos tendremos que apretar el cinturón. Ya se ve que nuestro Gobierno o no sabe lo que son prioridades, o no tiene criterio o no tiene vergüenza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de noviembre de 2008