Todo eran caras tristes. Sabían que la noche del jueves era la última que iban a trabajar en uno de los locales más de moda. Al menos, de momento. Los trabajadores del Moma, en la calle de José Abascal (Chamberí), estaban al tanto de que el viernes por la mañana los técnicos de la Junta iban a precintar el local. "Se han cargado la noche", resumía un empleado.
En las afueras de la discoteca todo era normalidad. Una pequeña segunda fila de coches anunciaba que el local estaba abierto. Dentro, la gente bailaba y tomaba copas sin saber que la Junta Municipal había dictado la orden de clausura. Este local, implicado en la Operación Guateque, la trama de corrupción en la tramitación de licencias, acumulaba 20 denuncias de la Policía Municipal.
"Esto nos coge justo ahora que hay un montón de fiestas y que las navidades están a la vuelta de la esquina", protestaba David, el responsable de la discoteca. Su rostro reflejaba preocupación. "¿Qué va a pasar ahora con las 100 familias que vivían de este local? Porque, además de discoteca, disponemos de bar y restaurante. Aquí se celebran muchos actos públicos y viene mucha gente entre semana y por las noches", destacaba David.
"No parece lógico. Ha muerto un chaval. Desde luego que es muy grave, pero no es lógico que tengamos que pagar todos por ello. A este paso, van a tener que cerrar todos los locales de la noche madrileña", añadía Salva, mientras colocaba las llaves de un lujoso coche en un armario portátil. "Nos ha pillado tan de improviso que no se lo he dicho ni a mi esposa. ¿Qué le voy a decir, que a partir de ahora no tendremos dinero para mantener a nuestros hijos?", añadía.
Junto a él estaba Rubén, el responsable de seguridad. A sus 49 años, lleva varias décadas trabajando como portero. "Jamás hemos tenido ningún problema. Somos gente muy profesional y nunca buscamos líos o problemas con nuestros clientes. Ahora, pagamos justos por pecadores", añadía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de noviembre de 2008