Director: Mariano Rajoy. Intérpretes: Esperanza Aguirre (La Gata), Juan José Güemes (El Guapo), Alberto Ruiz-Gallardón (El Gallardo). Música: Ennio Morricone, con variaciones sinfónicas, heterodoxas y raperas del chotis Madrid.
En un lugar de La Mancha había una mujer muy chulapona y muy lista que mandaba en la comarca apoyada por las urnas. También era asistida por fuerzas sobrenaturales y por la Madre Maravillas. Hace tres años salió como una rosa de un accidente de helicóptero en Móstoles, salvando también al realizador de esta película, que se lo agradeció dándole el papel protagonista en el filme que nos ocupa. Pero La Gata salió respondona y le enseña las uñas con frecuencia al director. Esta semana logró salir ilesa milagrosamente de un atentado terrorista en Bombay, a gatas como una felina madrileña. Los dioses la respetan o quizá la teman.
La Gata tiene una escolta de incondicionales en la que destaca un joven apuesto con pinta de pijo treintañero ambicioso y encargado de la sanidad pública. Reparte sonrisas y dientes perfectos por doquier. Es capaz de aguantar imperturbable cataratas de insultos del personal sanitario y los enfermos. Él sigue con la sonrisa puesta. Ha exasperado a sus contrincantes, y ya no le insultan en los hospitales con exabruptos sino con este melancólico grito airado: "¡Guapo! ¡Guapo!".
Pero hay otro que manda mucho también en la región, El Gallardo, uno de los suyos. Pero La Gata sabe que es tan ambicioso como ella, o más. Hay dos opciones: o liquidarlo o aliarse. El Guapo no le enseña los dientes, no vaya a ser que le malogre la sonrisa. No hay más remedio: mano a mano inquietante entre El Gallardo y Aguirre. La cólera de Dios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 30 de noviembre de 2008