Gonzalo Arconada cayó ayer en la cuenta de que, si todos sus jugadores son necesarios, algunos son además imprescindibles. Es el caso de Negredo, máximo goleador del Almería. El delantero soporta el peso ofensivo de su equipo. Sin él, su artillería se queda en una simple escopeta de feria. El codazo que propinó a Lopo en un salto recibió dos castigos. El de Iturralde González, que expulsó con tarjeta roja directa al madrileño (la segunda que le muestran esta temporada). Y el de Verdú, que dio la victoria la Deportivo.
El Almería desaprovechó la oportunidad de demostrar en su estadio que apuesta por el juego de control y elaboración. Juanito y Julio Álvarez se atoraron en el círculo central y contagiaron su aturdimiento al medio campo deportivista. Mientras que el conjunto local condicionaba su futuro a los destellos eléctricos de Piatti y el oportunismo de Negredo, el cuadro de Lotina lo vinculaba a Mista. Todo eso, con balonazo desde el área. Porque de fútbol de toque y creación poca cosa.
ALMERÍA 0 - DEPORTIVO 1
Almería: D. Alves; Bruno, C. García, Pellerano, Mané; Juanito (Corona, m. 78), J. Álvarez; José Ortiz (Juanma Ortiz, m. 56), Piatti (Natalio, m. 75), Crusat y Negredo. No utilizados: Esteban; Acasiete, Soriano y Uche.
Deportivo: Aranzubia; Manuel Pablo, Lopo, Zé Castro, Filipe; J. Rodríguez, A. Tomás (De Guzmán, m. 85); Lafita (Cristian, m. 78), Verdú, Guardado; y Mista (Riki, m. 62). No utilizados: Fabricio; A. López, Colotto y Valerón.
Gol: 0-1. M. 74. Verdú.
Árbitro: Iturralde González. Expulsó a Negredo (m. 51). Amonestó a Crusat, C. García, Perellano, Lopo, Mista, A. Tomás, Lafita y Riki.
9.776 espectadores en el estadio Juegos Mediterráneos.
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Un encuentro trabado, plano y sin pegada por parte de ningún equipo tuvo su versión leñera tras el descanso. Entre tanta hacha y con Negredo en la ducha, el Depor rentabilizó su superioridad numérica y atosigó al Almería, que sufría un colapso mental cada vez que se acercaba al balcón del área de Aranzubia. Lotina sustituyó a Mista por Riki, que en su primera visita a la cocina de Diego Alves fue derribado por Carlos García. Verdú, desaparecido hasta entonces, envío el balón al larguero.
El Almería soportaba estoicamente encerrado en su cueva y su técnico suspiraba desde el banquillo. Un suspiro breve, pues Verdú quiso resarcirse de su anterior error y dejar en evidencia que el Almería, sin Negredo, pierde la referencia y es menos Almería.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de diciembre de 2008