Los principales ejecutivos de los tres gigantes de Detroit comparecieron ayer ante el Senado de EE UU con una actitud más humilde. Reconocieron que cometieron errores de gestión, al no adaptar sus operaciones a la nueva realidad competitiva del sector o invertir lo debido en la fabricación de coches más pequeños y eficientes.
"Cometimos errores, de los que estamos aprendiendo", admitió Rick Wagoner, consejero delegado de General Motors. Alan Mulally, su homólogo en Ford, explicó que pusieron en el mercado más coches de los que quería el cliente, y después tiraron los precios por los suelos para poder venderlos. "Ahora estamos centrados", afirmó. GM, Ford y Chrysler reclaman 34.000 millones de dólares para evitar la bancarrota, pero los legisladores temen que ese dinero contribuya a perpetuar un modelo que no funciona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de diciembre de 2008