Lleva algunos años María José Sanromán reivindicando el papel que puede desempeñar el azafrán como indispensable ingrediente de nuestra cocina, ya que añade al hermoso color con que inviste a los platos su amargo y sugerente sabor.
Traído del Oriente y desde la antigüedad su uso se extendió por los antiguos pueblos de forma desaforada, y tanto sirvió para perfumar las calles de Roma a la llegada de Nerón como para teñir las túnicas de los sacerdotes de las culturas paganas.
También sirvió en las cocinas, y los hindúes lo utilizan en algunas de sus inacabables mezclas de especias, tal que el curry, a las que confieren su sabor, aunque confundido entre otros mil.
Pero entre nosotros su uso ya no se limita al de las sempiternas paellas -a las que sin duda alimenta-, sino que se ve implicado en dar sabor a las ostras -como las que Sanromán modifica con pepino y patata azafranada-, las cebolletas -tiernas, asadas y perfumadas con los aromas de la liliácea-, el bacalao en pil pil de la misma especia con tomates también amarillos, o las hortalizas, hechas dulce postre azafranado y acompañadas de helado de limón.
MONASTRELL
San Fernando, 10. Alicante.
Teléfono: 965 200 363
Es Monastrell un acreditado local, limpiamente decorado e iluminado, donde se junta la investigación y la comida, por lo que la primera no erradica la segunda, y así, amén de disfrutar con la antedicha flor, como antes señalábamos, se puede comer pasta fresca con quisquillas y mejillones de roca, arroz a banda con gambas rojas y espardenyas, lomos de merluza con callos de mar, pescados de todo laya con espinacas y setas, y un insuperable cordero lechal, de la raza churra, con aromas, pronunciados a la vez que discretos, de café.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de diciembre de 2008