La furia sin freno de miles de jóvenes -indignados por la muerte de un adolescente por el disparo de un policía- invadió de nuevo ayer las principales ciudades de Grecia e hizo tambalearse al débil Gobierno conservador. La falta de expectativas laborales y el hartazgo por los escándalos políticos alimenta la revuelta. Cientos de radicales se enfrentaron a la policía en la tercera jornada de disturbios, los peores desde 1973, que han causado ya más de 50 heridos, 150 detenciones y la destrucción por el fuego de centenares de comercios, sucursales bancarias y automóviles. Los lemas y eslóganes iniciales han dado paso a los saqueos generalizados.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de diciembre de 2008