Para quienes hemos vivido toda nuestra existencia en democracia y bajo el amparo de la Constitución es difícil imaginar un mundo en el que no existan los pilares de libertad y respeto que disfrutamos, con matices dirán algunos, en nuestro sistema.
El anterior intento de vivir de esta forma fue truncado por el fascismo y las pistolas que nos sumieron en 40 años de dictadura y oscuridad. Hoy las pistolas las empuñan otros. Debemos tener la firme convicción de que cualquier sistema posible que venga de quienes tratan de imponer sus ideas a base de tiros no será mejor que el actual.
La democracia, la libertad y la Constitución ya perdieron una guerra en nuestra tierra hace 70 años. No dejemos que vuelvan a perder otra, aquí y ahora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de diciembre de 2008