Hace unos días que Aurelio Arteta escribía en EL PAÍS sobre lo que él llamaba los "archisílabos" (decir, por ejemplo, estimulación en lugar de estímulo; capacitación en lugar de capacidad, etcétera), una especie de engendro lingüístico cada vez más presente en nuestro lenguaje.
Pues bien, hay otro engendro que frecuentemente aparece -sobre todo en la jerga utilizada por todo político que se precie- que es el término "proceso". Así ya nadie discute, negocia o dialoga, sino que participa en procesos de discusión, de negociación o de diálogo; o, algo ya no está, simplemente, cambiando o creciendo, sino que está inmerso en un proceso de cambio o de crecimiento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de diciembre de 2008