Ahora que está de moda el diálogo entre civilizaciones, no estoy muy seguro del que propugnan las que mandan a sus fieles al cielo de los mártires con un cinturón de explosivos debajo de la camisa o envían a su ejército a arrasar poblaciones civiles o lapidan a los adúlteros, obligan a niñas de 10 años a casarse o detienen a sus médicos so capa de un espionaje paranoico. Tampoco parece que lo fomenten quienes pretenden prohibir el divorcio, los preservativos, el aborto, la eutanasia activa o pasiva o las formas de vida en común que la gente prefiera, además de violar a los monaguillos mientras discursean sobre moral. Prefiero no charlar con nadie, no vaya a ser que me quieran salvar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de enero de 2009