El domingo en Madrid se celebró una manifestación en favor de la paz. Gente corriente. No se trataba de lucir el tipo ni de aprovechar la ocasión para promocionar alguna de las actividades de los pancarteros habituales, sino de manifestarse en contra de la guerra entre Palestina e Israel, y solidarizarse con todas (sí, todas) las víctimas del conflicto que ha costado ya tantas vidas, para las que se guardó un minuto de silencio. No se pidió la destrucción de ningún Estado, ni la aniquilación de nadie, no hubo gritos de odio, ni aparecieron encapuchados esgrimiendo pistolas. Tampoco se quemaron banderas. Estuvo presente la española y no lo estuvo la esvástica, que tan impúdicamente había sido exhibida en otras ocasiones. Hubo profusión de carteles por la paz y el acto terminó sin que a ningún asistente se le ocurriera emprenderla a pedradas para rematarlo. O sea, que las manifestaciones también pueden ser cosa de gente civilizada. Shalom, que quiere decir: paz para todos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de enero de 2009