El derribo de la prisión de Trinitat Vella de Barcelona, antigua cárcel de mujeres y hasta hace poco centro de reclusión para jóvenes, comenzó ayer en un acto simbólico en el que estuvieron presentes el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, y la consejera de Justicia, Montserrat Tura. Ayer se derribó una de las casetas de vigilancia, pero el edificio no se derruirá totalmente, sino que se dejará en pie el centro que actualmente acoge a 200 jóvenes en régimen abierto. La demolición de la cárcel dejará libres más de 20.000 metros cuadrados y costará 1,7 millones de euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de enero de 2009