Espero que no esté muy lejano el día en que las transiciones entre legislaturas de signos políticos distintos sean en España dignas de un país democrático; que el gobernante saliente no mire al entrante como un usurpador y que éste despida al primero, por muchas que sean las diferencias, como a un villano; que los palmeros y voceros de los partidos sepan respetar las opciones políticas de los ciudadanos en las personas de sus representantes evitando la provocación y el insulto.
El pueblo norteamericano nos ha dado una lección práctica sobre cómo hacer una transición sin rencores y sin venganzas que dividan a la ciudadanía. ¿Sería mucho pedir que nuestros políticos tomaran nota.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de enero de 2009