Sugiero que al igual que el lema que aparece en los autobuses, aparezca otro, y que lo lleven los viandantes a la espalda: La crisis no existe, para qué preocuparnos. Comamos y bebamos. Creo que este lema es de buen gusto y no molestará a ninguno de los confesionales, aconfesionales, gurús, economistas y demás ralea.
Sugiero que los medios cesen en ese monográfico diario sobre la catástrofe que se nos viene, que cada día nos avanzan que puede ser peor, y que siempre va dirigida a los trabajadores. Nos tienen victimizados: unas veces porque no ahorramos, otras porque no consumimos o ambas a la vez.
Abran los medios la esperanza a los que no podemos hacer nada, sino sufrir estoicamente las alarmas del día, incluidas las meteorológicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de febrero de 2009