La legendaria fábrica de sillas Thonet, que descubrió cómo curvar madera y modernizó las butacas de los cafés vieneses desde 1859, no se cansa de buscar nuevos clásicos. Si el año pasado los diseñadores de LaGranja les firmaron una silla metálica y hace una década lo hizo Jorge Pensi, esta temporada han optado por rendir homenaje a sus orígenes. Apuestan por la madera elástica, curvada y moldeada. Con y sin brazos, las sillas 404 y 1404 del alemán Stefan Diez (Freising, 1971) parecen irrompibles. Leves y esculturales, están hechas de haya laminada y contrachapada. El asiento se confunde con las patas y se entrelaza con los brazos. Más cercanas al trabajo de un ebanista que al de un diseñador, las butacas son poco más que un nudo de madera pero revelan a la vez el futuro de una tradición y el paso de este joven por los estudios de dos clásicos contemporáneos: Richard Sapper y Konstantin Grcic. Si se trata de hacer un clásico: donde haya una buena idea que se caigan los adornos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de febrero de 2009