Cada uno lee la crisis según le conviene. Y cada uno tiene sus recetas para combatirla, aunque sean viejas. La patronal madrileña (CEIM) presentó ayer las suyas. Entre ellas figura una aspiración clásica de la clase empresarial española, rebajar el coste por despido.
El problema de la vivienda
Jorge, con su gato persa a cuestas y sin saber nada de su otro felino, atrapado en casa. Su familia con las maletas en el portal. La Policía Municipal y el Samur Social, atendiendo a los que iban llegando a su hogar y no podían entrar. En total, unos 40 vecinos desalojados por riesgo de derrumbe del edificio.
Una obra ilegal en un local comercial de la calle de Atocha dejó ayer a unas 40 personas sin casa. Al menos hasta dentro de tres días, cuando los técnicos del Ayuntamiento comprueben si el edificio está dañado por el destrozo en un muro de carga que realizaron unos obreros chinos en los bajos del edificio.
La crisis es un virus que infecta incluso a los afortunados. Aquellos que hace unos meses ganaron mediante sorteo un piso público ahora cruzan los dedos para que las constructoras puedan concluir las viviendas que soñaron. Al menos siete empresas que trabajan para la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) de Madrid se han acogido al concurso de acreedores, la antigua suspensión de pagos.
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