El estadio Nestor Díaz Pérez, de Lanús, se levantó y le dedicó una atronadora ovación de más de un minuto. A pie de campo y vestido de calle, porque tenía una contractura muscular, Lautaro Germán Acosta (Glew, Buenos Aires; 1988), El Laucha, recogió los aplausos bañado en lágrimas. Cincuenta partidos en Primera y seis goles fueron suficientes para demostrar que era un futbolista único: impulsó al Lanús a ganar el Torneo Apertura de 2008. El miércoles y ante el Athletic, en la ida de las semifinales de la Copa, se presentó de nuevo ante la afición del Sevilla, que le saboreó a sorbos al principio del curso, pero le perdió la pista por una engorrosa lesión de tobillo. Su vehemencia sobre el césped -casi se pega al fallar un gol-, su conducción del balón, sus piernas como reactores y su diana en el último resuello levantaron a otro estadio. El Sánchez Pizjuán, que se frota los ojos y las manos ante la nueva perla de Ramón Rodríguez, Monchi, director deportivo del Sevilla.
"No me comparen con Mesi o Agüero. Tengo mi propio estilo", dice el Argentino
Monchi descubrió a Acosta tras seguir a Fazio en la selección argentina sub 17. "Me encantó desde el primer momento", explica; "era lo que necesitábamos porque es dinámico y se complementa con Luis Fabiano y Kanouté". Tras unas duras negociaciones con el Lanús -"es un club que vende caro, pero el precio es justo", reconoce Monchi- y ocho millones de euros, el Sevilla fichó al Laucha. Con él llegó su hermano Rodrigo, que ha jugado seis meses en el Sevilla C y que se ha vuelto a Argentina para proseguir su carrera. "Ahora vive con su padre", cuenta un vecino suyo del barrio de Nervión.
Campeón del Mundial sub 20, en Canadá (2007), Acosta también se coronó en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 junto a Messi, Agüero y Banega. "No me comparen con ellos. Tengo mi propio estilo", replica el menudo (1,68 metros) atacante. "Con un poco más de definición será un grande", interviene Ramón Cabrero, técnico del Lanús. "Ganas y pillería le sobran", argumenta Monchi. En Buenos Aires, por ejemplo, compraba con sus amigos pirotecnia al por mayor y la vendía en el barrio de San Bernardo. "Un buen negocio", dice el jugador.
Acosta está como nuevo -se fue a Argentina y Amsterdam para tratarse- tras superar una lesión complicada de tobillo. "Ya se ha visto que no era algo psicológico como se dijo por ahí", alega. Con Luis Fabiano y Koné lesionados, le quedan dos semanas para demostrar su valía. Dice que le quedan explosivos por vender.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de febrero de 2009