Madrid pasa su primer fin de semana en compañía del genio oscuro que regurgitó a Francisco de Goya y a Diego Velázquez, y que caminó entre la belleza y el horror. Las colas ante el Museo del Prado se reprodujeron ayer para ver la exposición de Francis Bacon, el gran artista nacido en Dublín hace un siglo y muerto en Madrid en 1992, la ciudad donde vivió y fue incinerado. Una gran muestra -que viene de la Tate de Londres y viaja después al Metropolitan de Nueva York- recoge 78 obras (16 de ellas, trípticos de gran importancia) que plasman el mundo obsesivo del creador que tantas veces visitó El Prado (siempre los lunes, cuando la gran pinacoteca estaba vacía). La exposición está dividida en áreas temáticas que recorren la biografía del artista: Animalidad, Aprensiones, Crucifixión, Crisis, Retrato, Memorial o Muerte.
Alguien tendrá que pagar el pato y comerse el marrón
Bacon regresa otra vez al museo que tanto transitó, 16 años después de su muerte. Será hasta el 19 de abril.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de febrero de 2009