Aunque formalmente es posible que alguien llegue el jueves al Palacio de Congresos de Valencia con 40 avales debajo del brazo y se postule como secretario general de Comisiones Obreras-PV, la probabilidad es lo bastante remota como para que casi todo el mundo dé por hecho que solamente habrá un candidato. Que Francisco Molina será elegido por amplia mayoría. Y que pasará a ocupar el lugar que Joan Sifre ha ocupado durante 12 años en la tercera planta de la sede rosada del sindicato, en la plaza de Nápoles y Sicilia de Valencia.
Salvo sorpresas, se cerrará así el proceso que ha unificado las dos candidaturas perfiladas el año pasado: la de Molina, y la del ex secretario general de la federación de Educación Manolo Picó. Una integración impulsada por el propio Joan Sifre, y necesaria, según fuentes de ambas partes, "ante los retos que afronta el sindicato, el primero del país, dada la situación que atraviesa la comunidad autónoma".
"No hay aristas, no nos vamos a mirar como seguidores de Fidalgo o Toxo"
La candidatura representa a las "sensibilidades" internas
Francisco Molina, nacido en 1957 y afiliado a Comisiones Obreras desde 1978, empezó como delegado en una empresa del sector téxtil y fue secretario general de las comarcas centrales.
En un artículo publicado el mes pasado en la web de la organización, Molina defendía una línea similar a la que ha mantenido en los últimos tiempos el sindicato: reivindicación del diálogo social y búsqueda de acuerdos -tipo el Pacto Valenciano por el Crecimiento y el Empleo, el Pavace- como estrategia histórica del sindicato; y, al mismo tiempo, la exigencia de su desarrollo efectivo. De lo contrario -"si lo que se pretende es obtener firmas de acuerdos que no se cumplen, que de manera unilateral se desvirtúan y que sólo se apliquen medidas paliativas sin atacar ni comprometer estrategias y políticas públicas"-, advertía, las movilizaciones que arrancaron en diciembre "se mantendrán en el tiempo".
La candidatura de consenso contempla una extensa representación de las "sensibilidades" internas, un probable aumento del número de secretarías, y la desaparición de las vocalías; una figura utilizada en ocasiones anteriores para integrar corrientes dándoles visibilidad pero no responsabilidades prácticas, lo cual, según fuentes del sindicato, causaba ciertas interferencias. Se prevé reforzar con nuevas secretarías y herramientas las áreas de intervención social, políticas públicas y acción sindical.
Se presentarán enmiendas a las ponencias pero, en un signo que indica el grado de integración alcanzado no es previsible que haya mucho más de un centenar, cuando en congresos anteriores han llegado a sumarse más de 700.
En el reciente congreso confederal de Comisiones Obreras celebrado en Madrid, las ponencias recibieron el 96% de los votos. Para las del congreso de Valencia, que se inscriben en la misma línea de acción, se espera igualmente un respaldo muy alto.
Fuentes próximas tanto a Molina como a Picó aseguran que la división generada el año pasado por la disputa entre José María Fidalgo e Ignacio Fernández Toxo, que acabó ganando este último, ha quedado superada. "No hay aristas. En la nueva ejecutiva no nos vamos a mirar como seguidores de Fidalgo o Toxo", señala una de ellas. El objetivo, añade otra, será "la defensa del empleo y de la protección social, porque nos tememos que la situación económica, lejos de escampar se va a agravar".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de febrero de 2009