El fuego convirtió ayer en una tea un rascacielos de 159 metros de altura de Pekín, que forma parte del complejo de la nueva sede de la televisión estatal china (CCTV), uno de los iconos arquitectónicos de la capital. El edificio albergaba el hotel Mandarín Oriental, que debía ser inaugurado este año.
El incendio comenzó alrededor de las 20.30 (siete horas menos en la España peninsular), cuando por todos lados en la ciudad estallaban con ruido ensordecedor las tracas e iluminaban el cielo los fuegos artificiales con los que los chinos celebran la primera luna llena y el fin de las fiestas de Año Nuevo.
El siniestro se produjo cuando algunas bengalas aterrizaron en la azotea del edificio, según la agencia oficial Xinhua, que citó a un testigo sin identificar. La policía y el departamento de bomberos no comentaron las causas. Tampoco trascendió si se produjeron víctimas mortales o heridos. El edificio, que incluye también un teatro, cines y salas de exposiciones, fue utilizado durante los Juegos Olímpicos, el pasado agosto, pero aún no había sido abierto oficialmente. El emblemático rascacielos situado a pocos metros que acogerá la CCTV, de 230 metros de altura en forma de tres L entrelazadas, parece no haberse visto afectado por el desastre.
La policía cerró al tráfico la autopista de circunvalación junto a la que están los dos rascacielos -obra del arquitecto holandés Rem Koolhaas y el alemán Ole Scheeren-, desalojó a los habitantes de los inmuebles cercanos y acordonó la zona. Pasadas las doce de la noche, las llamas continuaban saliendo de algunas ventanas, mientras una densa humareda se elevaba hacia el cielo bajo el fogonazo de los coches de policía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de febrero de 2009