El cant dells ocells, canción catalana del siglo XVIII que surge de la cuerda rasgada de un violonchelo y que agita con infinita dulzura la frontera entre el corazón y el pensamiento, fue, es y será siempre asociada a su figura: Pau Casals. Fue él quien universalizó sus sones, más aún, quien revolucionara la interpretación de la música de cuerda en el siglo XX y la elevara hasta su cumbre más sublime.
Pese a alcanzar la gloria musical desde su consagración internacional en París en 1901, Casals quiso poner el arco de su violonchelo al servicio de un ideario republicano, democrático y antidictatorial. De ello da cuenta una exposición de la embajada cultural catalana en Madrid, Blanquerna. Con fotografías, manuscritos y documentos, prueba el compromiso del músico universal (El Vendrell, Tarragona, 1876-Puerto Rico, 1973) con la ayuda al exilio republicano y su denuncia del franquismo.
Hijo de un organista y de una madre que siempre creyó en él, "su talento fue descubierto en una Escuela de Música de Barcelona por Isaac Albéniz, quien le recomendó a la reina María Cristina", explica la comisaria de la muestra Núria Ballester. "La reina le becó y le puso bajo la tutoría del conde Morphy, mentor también del futuro Alfonso XIII, con quien Casals mantendría una estrecha amistad". Y ello pese al imperecedero compromiso republicano que el músico adquiriría y que desde su exilio, entre 1939 y 1973, proclamó por todos los foros mundiales a los que tuvo acceso, señaladamente en la Organización de Naciones Unidas, cuyo himno compuso en 1971. Entre otros valiosos documentos, la muestra exhibe una carta suya, fechada en octubre de 1960, dirigida al recién nombrado presidente John F. Kennedy. En ella protesta contra los elogios vertidos a favor de Francisco Franco por el entonces secretario de Estado, Dean Rusk. Kennedy, en carta con membrete aún de senador, le responde con afecto. Casals llevaría su música y su testimonio a la Casa Blanca.
Desechó la candidatura a la presidencia de la Generalitat de Cataluña en el exilio y, lejos de la militancia en partidos, Casals asumió un compromiso ético personalísimo, que le convertiría en patriarca de los combatientes que prosiguieron la lucha antifranquista también en España. Así, el comunista Cristino García Granda, héroe de la Resistencia antinazi en Francia, acudió a la casa de Pau Casals en Prades bajo el Canigó, el monte sacral de los catalanes, para recibir su bendición antes de entrar clandestinamente a España para proseguir aquí la lucha.
"Casals fue, sobre todo, garante de la vida material de miles de niños, mujeres y ancianos españoles arrojados al exilio por el desenlace de la Guerra Civil", explica Ballester. Desde la Spanish Refugee Aid, cuenta la exposición, movilizó su ascendiente mundial y pugnó por conseguir ayudas económicas que puntualmente destinaría a los desterrados necesitados o enfermos. A estos cometidos añadió, además, su indomable denuncia contra la proliferación de las armas nucleares, con un mensaje de pan, paz y libertad para el género humano. El maestro se negó a regresar a su amada Cataluña mientras España no recobrara las libertades. Yace en El Vendrell desde 1977.
Pau Casals, un músico comprometido. De lunes a viernes, de 10.30 a 21.30. Sábados, hasta las 14.00. Entrada libre. Hasta el 11 de abril. Alcalá, 42.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de febrero de 2009