El gobernador del Banco de España propone como remedio contra la crisis la reforma de "unas instituciones laborales inadecuadas", lo que traduzco sin problemas por abaratar el despido.
Más sorprendente es su conclusión: tal sistema "ha generado efectos perniciosos (...) sobre el bienestar de los trabajadores", que mantienen sus actuales empleos en lugar de aceptar otros que serán, sin duda así lo cree el señor gobernador, más remuneradores y creativos.
A poco que se piense, toda la sutiliza de la argumentación se reduce a una variación de la fábula del palo y la zanahoria, con unos trabajadores saltando alegremente de empleo en empleo atrapando zanahorias cada vez más grandes, sin recibir jamás sobre su espalda la amenaza del palo. Lo que el señor gobernador olvida (quizá prefiere callárselo) es que para que el cuento funcione el peligro del palo ha de ser real, y una vez eliminadas las restricciones al despido y los derechos laborales nada impide que se genere otro proceso muy distinto de menos sueldo, menos seguridad y menos derechos con mayores beneficios empresariales. Y si eso ha sucedido en épocas de bonanza, como seguro que algún joven ni-mileurista contratado por horas podrá confirmar al señor gobernador, imagínese con la que se nos viene encima.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de febrero de 2009