Tan virulento fue el incendio que generó Miguel Ángel Fernández Ordóñez con la reforma laboral que dejó en segundo plano las palabras en las que sugería que el Banco de España no descarta intervenir alguna entidad financiera. El gobernador se cuidó de desvelar si era banco o caja después de haber levantado la liebre; pero los representantes de las cajas -estaban prácticamente de todas en Zaragoza- se miraron entre sí preguntándose a cuál se refería. De poco sirvió. En seguida saltaron las alarmas y los nombres de cajas, hasta el punto que el PP ha pedido explicaciones sobre la posible fusión de Ibercaja y Caja Castilla La Mancha, mientras el PSOE prefiere guardar silencio.
MÁS INFORMACIÓN
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de febrero de 2009