Veo en la prensa la foto de un solitario manifestante ante los juzgados en huelga de la plaza de Castilla de Madrid, con una pancarta: "Dictadura, ni de jueces. Pueblo callado, nunca será respetado". En efecto: cada pueblo tiene, no sólo el Gobierno, sino también los jueces que se merece, y las fuertes y casi unánimes protestas ciudadanas contra el poder judicial -el que menos ha cambiado desde el franquismo-, no pasan hasta ahora de las tertulias del bar de la esquina. Y así nos va.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de febrero de 2009