Es un clásico cíclico. Los equipos italianos, exceptuando el Milan, prefieren grapar su marco a perforar el rival. Al Roma se le presuponía lo contrario, como argumenta Spalletti en la Serie A. Pero obvió sus principios en el feudo del Arsenal y lo pagó caro (1-0). Del Inter nunca se sabe. Aunque a veces es una avalancha, suele abrocharse para tirar de la inspiración de Ibrahimovic. Anoche, sólo se defendió. Pero el United no castigó su racanería, por más que sacara un resultado positivo a domicilio (0-0) para confirmar que, de momento, los ingleses pueden con los italianos.
Ferguson, el técnico del United, aclaró su preocupación desde la alineación: sentó a Rooney para dar cabida a Park, soldado encargado de tapar las incisivas incursiones de Maicon. Una apuesta, en cualquier caso, que no restó pegada alguna al Manchester, que se exhibió con Cristiano Ronaldo como creador y Giggs y Berbatov como rematadores. Julio César, sin embargo, sacó unas manos tan preciosas como efectivas. El Inter se limitó a mirar, pasivo ante las numerosas bajas del adversario en la zaga: Brown, Neville, Rafael y Vidic. Salió vivo.
Mejor le fue al Arsenal -sin Rosicky, Adebayor, Cesc, Eduardo ni Walcott-, que, a base de insistir, rompió al Roma y en especial al central Mexès, siempre tardío en el corte. Nasri tomó la batuta con sus llegadas desde la segunda línea y sus pases al hueco. Uno lo aprovechó Van Persie, que fue derribado por Mexès en el área y transformó el penalti. La nota incomprensible la dieron Touré y Gallas, que dejaron al Arsenal durante un instante con nueve al inicio del segundo acto porque se despistaron en el banquillo. Touré fue amonestado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de febrero de 2009