El riquísimo lenguaje corporal del ser humano es infinito y revelador, particularmente los heterogéneos modos de mirar. Miradas recelosas, inquisitivas, despectivas, cordiales, hostiles. Percibo las ojeadas que algunos agentes de aeropuerto dejan caer sutilmente sobre éste o aquel pasajero "incumplidor" de ciertos cánones nunca escritos de "viajero con apariencia normal": el acento, el color de piel, atuendo, etcétera. Cualquier actitud que no sea rubia y/o trajeada ya tiene sobre sí la mirada que corresponde al arquetipo en cuestión: mirada de sospecha. En algunas comunidades autónomas de nuestro país también se soportan miradas. Tal vez porque tu apellido u origen no es lo suficientemente próximo al espacio en el que has decidido residir. ¿Estrabismo? Ojalá sólo sea eso, porque sino, detrás de algunos rabillos del ojo parece que se oculte algo muy tenebroso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de febrero de 2009