Los que apoyan a los asesinos de ETA tienen la osadía de llamar fascista a Emilio G., ciudadano de Lazkao que, harto de sufrir el terrorismo social que ejercen los abertzales y el terrorismo asesino de ETA, destrozó una herriko taberna.
Fascistas son los que, considerándose superiores, amedrentan a sus conciudadanos, amenazan a todos los que no tengan sus mismas ideas y apoyan a los que asesinan y extorsionan.
No se debe utilizar el ojo por ojo, no. Pero, ¿debe el lehendakari mirar hacia otro lado frente a la situación de terror que se vive en las ciudades de Euskadi, lamentarse de que un partido que apoya a los terroristas no pueda presentarse a las elecciones y callar ante la situación de amenaza en la que tienen que vivir los representantes políticos de los partidos no nacionalistas?
Sí, en el País Vasco hace falta diálogo, pero no con los asesinos, que deben acabar en la cárcel, sino diálogo entre políticos y con los ciudadanos para corregir, política y socialmente, una situación que puede llevar a la catástrofe. Mi comprensión y solidaridad para el ciudadano Emilio G.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de marzo de 2009