No hay lugar a dudas de que la mejor receta económica es el final del terrorismo y la estabilidad política. Josu Ferreira, profesor de Economía Aplicada de la UPV, es el primer elemento al que acude como prioridad para el nuevo Gobierno vasco, en su condición de "indispensable". Recuerda el temor que producen asesinatos como el del empresario de la construcción Inaxio Uria y el efecto desestabilizador para la economía. "Es bueno para potenciar inversiones, atraer a capitales extranjeros y también a los domésticos. Con un entorno político inestable y marcado por el terrorismo la capacidad para generar riqueza es limitada", asegura. La tesis de Frerreiro es ratificada históricamente por el empresariado vasco que ha sufrido el acoso por medio de secuestros, más de 30 asesinatos y extorsiones. De forma reiterada a lo largo de la historia han pedido estabilidad y acuerdo entre los partidos para hacer frente a ETA.
Los empresarios son en sí mismos conservadores y adoran la estabilidad, también la política. No les gustan los vuelcos y los sobresaltos. Si ETA ha pesado en sus balances en los últimos 30 años de historia, también lo ha hecho el frentismo político. La patronal Confebask ha rechazado los bloques y su palabra favorita es "consenso". Ahora también lo desean.
El 9 de octubre de 2002 tras reunirse con el lehendakari Juan José Ibarretxe, el entonces presidente de Confebask, Romám Knörr, leía un comunicado pactado por las tres territoriales que rechazaba de forma rotunda el plan Ibarretxe. Aquella intervención contraria a los bloques casi les costó la escisión. Desde entonces sólo se pronuncian para pedir acuerdo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de marzo de 2009