Fue Miguel Narros el último en montar en español, en 1969, Medida por medida, una de las grandes obras de William Shakespeare. Ahora el teatro de La Abadía -en su última producción de la temporada- y el director Carlos Aladro se han atrevido con esta pieza emblemática que se adentra en "la lujuria del poder y el poder de la lujuria", según Aladro. El director dice que más que una obra es un auténtico enigma: "Hay cantidad de tesis y estudios, irreconciliablemente contradictorios, sobre esta pieza". De hecho, se ha considerado a Medida por medida, junto a Antonio y Cleopatra, El mercader de Venecia y Cuento de invierno como las "piezas endiabladas de Shakespeare", aunque de manera ortodoxa pertenece a las denominadas problem plays o también comedias oscuras, junto con Troilo y Crésida y Bien está lo que bien acaba.
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El equipo de este montaje se enfrentaba a una dificultad añadida. Por un lado, casi no se conoce la obra. Y los que la conocen es por haber visto montajes excepcionales que han pasado por España de la mano de grandes del teatro internacional, como el inglés Declan Donnellan y su compañía Check by Jowl (1994); el francés Stephane Braunschweig con el Nottingham Playhouse (1997); el italiano Carlo Cecchi con el Teatro Garibaldi de Palermo-Teatro de Europa (2000), y el impresionante Simon McBurney y su británico Théâtre de la Complicité (2005).
La obra, vetada durante siglos, fue recuperada por Peter Brook en 1949 y, a partir de ese momento, se ha convertido en un título clave en las representaciones de Shakespeare. "Es lógico", señala Aladro, "porque ofrece mucho material a directores y actores para hacer sus propias lecturas, llevando el montaje a una comedia hilarante o a un dramón. Además, une el teatro sagrado y el profano".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de marzo de 2009