La verdad es que nuestros jóvenes lo tienen crudo para poder aceptar y creer que esto es una democracia, aunque sea joven, aunque sea en crisis de adolescencia. Porque lo tienen difícil también para poder acceder a un empleo, aunque sea precario y con sueldo bajo. E incluso para poder tener un techo bajo el que cobijarse. No digamos para hacerse siquiera oír, si no aceptar, en sus propuestas, aunque sea de los universitarios, apoyados por gran parte de su profesorado y rectores de las universidades.
Así, tras la manifestación de miles de estudiantes en Madridl para reclamar una mejor reforma universitaria han visto que lo que los titulares destacaban era la brusquedad de un solo joven, después y lejos de la manifestación, ante la policía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de marzo de 2009