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Crítica:EN EL SÉPTIMO CIELO

Sexo y orgasmos en la vejez

La primera secuencia pone las cartas sobre la mesa: una señora de avanzada edad va a casa de un anciano a llevarle unos pantalones que le ha arreglado por encargo; hay una invitación al hogar, miradas de complicidad, sonrisas nerviosas, una leve caricia y de ahí a los besos apasionados, a los desnudos, al acto, al orgasmo. Parece una fantasía digna del porno. La novedad es la edad de los protagonistas: ella en la setentena, él ya en los ochenta. En el séptimo cielo, producción dirigida por Andreas Dresen, puede ser una película única. Un drama sobre el adulterio, su semilla, su llama y sus consecuencias, de estructura aristotélica, centrado en un triángulo de seres obligados a ver la vida en presente o en el futuro más inmediato. Para ellos el concepto porvenir puede no ser más que una quimera. Una película sensible, cálida y respetuosa dentro de su evidente transgresión.

EN EL SÉPTIMO CIELO

Dirección: Andreas Dresen.

Int.: Ursula Werner, Horst Rehberg.

Género: drama. Alemania, 2008.

Duración: 98 minutos.

Dresen, algo así como el Fernando León de Alemania (por sus temáticas), impone su mirada en cada poro de la piel. Desnudos frontales, fornicaciones, placer, dolor. Al tiempo, se introduce en las mentes de sus criaturas (los infieles y el engañado). Éxtasis, remordimientos, placer, dolor. Así es la vida. Sea a la edad que sea. No parece una película moral, aunque el desenlace, en cierta medida, lo sea. Dresen toma partido. Y, a buen seguro, el espectador saldrá con ganas de alinearse. O sea, un éxito.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de marzo de 2009