"Confieso mi inseguridad cuando les hago estas reflexiones. Son sugerencias sinceras, no impertinencias. Su responsabilidad es pensar sobre ellas y al Gobierno liderar los cambios", reconoció con humildad y firmeza Juan Ramón Quintás, presidente de la Confederación de Cajas (CECA).
No estaba en su intención criticar a nadie, pero a la vista de los resultados del sistema bancario algo se ha hecho mal en EE UU. No así en España. El presidente del BBVA, Francisco González, y el consejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, sacaron ayer pecho en Nueva York.
Nunca es buena noticia que una caja tenga que pasar por los tribunales, pero mucho menos si es para enfrentarse con su regulador. Ayer sucedió con Caja Madrid y la Comunidad de Madrid, con el Ayuntamiento de la capital como tercer invitado al esperpento.
El reparto de bonos entre los directivos de la compañía aseguradora AIG ha desatado una ola de indignación en la sociedad norteamericana y ha provocado una guerra sin precedentes entre una empresa símbolo de Wall Street y el poder político en Washington, donde el Congreso garantizó ayer a los ciudadanos que el dinero pagado como sobresueldos será recuperado de cualquier forma.
En tiempos de recesión como éstos, los parados se convierten inopinadamente en foco de atención comercial. Todos parecen querer mitigar su desgracia. El Gobierno, perdonándoles temporalmente el pago de las hipotecas; y empresas y bancos procurando ser más flexibles con los cobros y plazos.